martes, 6 de noviembre de 2012

Blancanieves

Había una vez una hermosa muchacha cuyo nombre era Blancanieves. Pero... no os creáis que era porque tenía la tez pálida ni dada de eso, era por capricho de su madre (ella se llamaba Negrocarbón). Bueno, resulta que un día mientras dibujaba en la plaza llegó, sin aviso alguno, el príncipe. Y él, hecho un pincel, se bajó del carruaje, puso un pie en el suelo y gritó:
-¡¡¡Por qué no hay ninguna alfombra que cubra el suelo ante mis pies!!! Sabéis muy bien que mis zapatos de cuero egipcio se ensucian con nada.

De repente le dijo a un criado que le trajera a la chica. El criado presto y veloz cogió a la chica de un puño mientras ella se defendía con uñas y dientes. El criado la tiró delante del príncipe y él arrogantemente le dijo:
- Tú, plebeya, ¿qué haces aquí? 
- Lo que a tí no te importa- respondió ella. 
- Cómo osas hablarme así, sabiendo que yo soy el más apuesto, guapo, simpático, listo... de todos los príncipes.
- ¡¡Déjame en paz!!
- Te llevaré a una mazmorra; es más, te llevaré a la mas honda…

Y así fue: el príncipe la llevó al castillo y la dejó tirada en una oscura mazmorra. Cuando Blancanieves se incorporó escuchó una tenebrosa voz que le preguntaba:
- ¿Por qué estás aquí?
- Por hablarle mal al príncipe ¿y tú?
- Porque sin querer pisé un pequeño trozo de jardín real. Pero llevo 3 meses construyendo un túnel que me llevará a la salida, si quieres puedes venir conmigo y esconderte en mi casa con mis hermanos.
- Vale…

Y los dos salieron por el túnel hasta que llegaron a un bosque, allí Blancanieves se dio cuenta de que él era un enano, y él le preguntó su nombre, su historia y viceversa. Hasta que llegaron a una casita en medio del bosque, era de madera de roble, pero la habían pintado de blanco. Por dentro todo era precioso, estaba muy limpia y era grandísima, aunque por fuera parecía muy pequeña. Tenia de todo: 76 habitaciones, 34 cuadros, 78 baños, 3 spas, 5 cocinas, 2 salitas, 9 salones, unos baños árabes, 6 salas de juegos, una casa de invitados … Cuando llegaron a la casa la recibieron con cariño y ternura, ella se sintió como en casa. 

Al día siguiente los enanos se fueron a trabajar y ella se quedó en la casa. Mientras dibujaba llamaron a la puerta. En cuanto abrió apareció un viejecito que, si aún no lo sospecháis, era el príncipe disfrazado. Él le ofreció una manzana, y en cuanto el príncipe se la dio apareció un enanito que le dio un sartenazo al príncipe y así Blancanieves no murió y muy feliz siempre se quedó. 

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